martes, 10 de junio de 2014

¡Mi reino por una camiseta! (pero como mínimo que sea Lacoste..)

¿Se viene el Apocalipsis, se viene? ¿Ha revivido el Barça de sus cenizas cual ave fénix? ¿Catalunya es independent, finalment??
No gente. Es el REC 09: un outlet de ropa de marca que se hace en Igualada dos veces por año.
Y donde he alucinado pepinos al por mayor..

Y es que una es muy versátil, no sé si lo saben. Un día estoy acreditando y coordinando transfers de las bandas del Primavera Sound y al otro vendiendo camisetas de Loreak Mendian. Es lo que se lleva, los que no lo hacen es porque no está en lo más "in" del mercado laboral (in the precarieté, jeje).

Igualada es una ciudad interior de Catalunya, antaño cuna de una bien nutrida industria textil. Separada de Barcelona por una lenta hora y media en tren u hora escasa en bus express. En coche no sé, soy orgullosa portadora de carnet como todos saben pero todavía no ejerzo, I'm slow, you know!
Hace algunos años, a algún espabilado se le ocurrió la brillante idea de utilizar parte de las naves abandonadas de las antiguas fábricas igualadinas para hacer un mercado de ropa. Pero no de cualquier ropa, no. Ropa "de marca": diseñadores de moda + tiendas fashion de varios lugares, vendiendo a precios bajos el producto de temporadas pasadas.
Y ahí me planto yo por azares varios, con la calma de haber superado un festival nuevo y pensando ingenuamente que eso de vender ropa sería pan comido en comparación. Y no es que fuera difícil, no, pero es que me he quedado azorada ante el descubrimiento de un especímen nuevo para mi: el homo comsumidoris compulsivus.

Vale que yo soy poco consumidora de ropa en general y no había pisado un primer día de rebajas en mi vida. Pero vamos, que esto es un mercado en Igualada (¡donde el diablo perdió el poncho!) que empezaba un miércoles laborable.. ¿Podía yo prever la avalancha que íbamos a tener? No amigos, no. 
De hecho ni siquiera las vascas responsables de la marca lo pensaban y fliparon más que yo cuando llegó la hora de plegar en la primera jornada y vimos que no habíamos tenido tiempo ninguno de los 5 que currábamos ni para ir a mear!!
Y no es que hubiera que atender a la gente, porque ahí todo iba a saco. La ropa estaba en cajas donde las masas se tiraban literamente dentro a rebuscar. Nuestro mayor curro consistía entonces en mantener mínimanente el orden, que no se mezclaran las cosas, recoger todo lo que la gente dejaba tirado en el suelo, arriba de las perchas, hecho un amasijo por los lugares más remotos.. Y es que el público estaba como poseído como por un afán devorador de encontrar algo, un diamante en bruto, el billete ganador de la lotería, el último Iphone, no sé.. Pero en aras de esa búsqueda desesperada desparramaba todo con una saña visceral casi.

Los días subsiguientes, ya aclimatadas, lo gestionamos mejor. Pero aún así yo no lograba sobreponerme a imágenes de mujeres codeándose para agarrar un vestido, hombres preguntándome desesperados si no quedaba una camisa en talle M con cara de "no me digas que no, no sé si podré soportarlo..", gente llevándose cosas que ostentosamente no eran de su talla pero daba igual. Porque una de las preguntas estrella era ¿y esto cuánto valía originalmente??? Eso parecía ser lo más importante: daba igual la calidad, el origen de la producción.  Compra compulsiva pura y dura, vista por vez primera en directo.
Y es que, no nos engañemos, acá la gente viene a por el loguito: la florecita, el cocodrilito, la S al revés. No importaba si era necesario, si ya tenían 2 de otros colores, lo único que importaba era el placer supremo de ir juntando bolsas y más bolsas: un vestido del Desigual, las sandalias Birkenstock, el polo de Lacoste, algo de David Valls, los tejanos Levi's, suma y sigue.
¿Adicción a trapos que te posicionan en un lugar determinado de la escala social? ¿Válvula de escape de una crisis inacabable? No sé, no logro clasificar lo que vi. Me niego a creer que estemos tan tarados para considerar que el nombrecito cosido a una tela puede aportar tanto..

Cuando llegó el sábado, último y temido día, el clímax fue absoluto. Saliendo de la tienda, a las 16h, la primera imagen que se me vino a la cabeza era la de esas pelis de la edad media, donde en algún momento llega una horda de bárbaros que arrasan con un poblado: queman, violan, saquean.. y cuando ya se fueron, todo está destruído, un chico llora y un humito triste completa la escena de la desolación absoluta.

Loreak llegó con 13 palets y se volvió a ir con 7. Cumpliendo las previsiones del estudio de mercado de vender el 50% del material que traían.
Yo en los largos viajes de ida y vuelta devoré una novela de 700 páginas y empecé otra.

Y que conste, terminé comprándome un jersey y una chaqueta. Es lo que hay, todos caemos.
La pregunta es ¿hasta cuándo?