viernes, 9 de enero de 2015

Buenos Aires: el yin y el yan de los reencuentros

Se levanta viento, huele a agua, está por caer.. Las lluvias del lado de acá siempre me parecieron unas hembras poderosas, decididas, de esas que cuando empiezan algo no hay quien las pare.
Pero ahora hasta eso cambió, Buenos Aires climatológicamente se está acercando al ritmo de un país tropical. Las lluvias son cortas, monzónicas casi. ¿O será que están haciéndose desear y cuando menos lo espere se desatará un tormentón de esos que recuerdo de chica, que regaban de chapas y ramas las calles del barrio?
Veremos, todavía tengo una punta de días por estos lares..

Escribir otra vez desde el lado de acá, desde este Buenos Aires de clima errático, se me hace harto difícil. Y es que lograr desentrañar mis sentires después de tantos años de vivir afuera no es tarea fácil.
Yo cambié, el país cambió, y cierto es que no hay como vivir la cotidianidad de un lugar para poder entender el devenir de sus acontecimientos. Aunque a veces una mirada imparcial venida de afuera puede dar respuestas más certeras, está visto que no es mi caso.. La ligazón a pesar de los 14 años de Catalunya como campamento base sigue existiendo.

Volver a ver familia y amigos, revivir una parte de mi existencia que me parece la prehistoria ya -exagero, siii-, me enfrenta siempre a la reflexión de cómo hubieran sido las cosas si me hubiera quedado, a repasar lo hecho y lo obviado, a profetizar cómo me sentiría si volviera... Meditaciones de jardín avaladas por este calor que desestima cualquier salida hasta las horas de la tarde, y mechadas por lecturas de la inacabable biblioteca materna y las charlas varias acompañadas de mate y facturas. Pequeños placeres en este bunker verde en el que se ha convertido mi casa de la infancia.

Releo el post que hice hace casi 3 años, la última vez que me quedé un largo tiempo, y veo que las impresiones generales que llevo teniendo esta vuelta han variado poco, más bien se han agudizado.
La política cada vez más es parte indisociabe del ser argentino. O como mínimo hablar de, despotricar porque o gritar sobre.
Las posiciones se radicalizan, para evitar conflictos hay temas que directamente es mejor no tocar. Hay muchas familias peleadas y a estas alturas del partido el pacto tácito es "de eso no se habla".
Me pregunto ¿cómo se llegó a estos extremos? ¿desde cuándo es democrática la intolerancia, el desdén burdo hacia la idea distinta, el oscurantismo barato que cataloga y divide a personas, empresas o instituciones entre "los buenos" y "los malos"? Sin medias tintas, sin posibilidad de defender una parte de, sin debates con análisis en profundidad.... Pareciera que en la Argentina de hoy la tendencia es a todo o nada. Amigo o Enemigo, así, empezando con Mayúsculas. 

¿Acaso por eso el campo va camino de ser solo soja transgénica made in Monsanto, que dueña y señora ya del inmenso territorio pampeano arrasa ahora los bosques irrecuperables del Chaco?
¿Tal vez sea esa la razón que me induce a decir con la boca pequeña que los carriles bicis de la Capital Federal me parecen una buena iniciativa (porque el que la gobierna es de derechas, y por ende malo malísimo, imposible afirmar que algo de lo que él haga esté bien..)
¿Acaso me tengo que sentir casi traicionando a la Patria por haber ido a comer a un bodegón sospechoso de no estar a favor de la política del partido gobernante?
¿Esto es una democracia o una guerra sorda, otra vez?
¿Dónde quedó la libertad de expresión, amigos?
....
No sé, pero es de las cosas que más me chocan de esta nueva Argentina.
Esto y el nivel al que ha llegado la propaganda visual, que me recuerda como un chicotazo en la cara a dos países bien diversos en los que estuve: Cuba y Jordania. Políticamente incorrecto poner a Fidel, Camilo y el Che al lado del Rey de Jordania, no lo niego. Pero el efecto que me producen las imagenes les juro por mis libros de Cortázar que es la misma.
Y es que en la Argentina de hoy las estampas repetidas hasta el hartazgo son cuatro: Perón, Evita, Cristina y Néstor.
Y lo siento, no lo puedo evitar y espero que nadie se ofenda, pero a mi personalmente me impresiona. 
El culto a la imagen de una persona nunca fue lo mío..y de cuatro, menos...
Y entonces no puedo evitar preguntarme más cosas,
¿Qué tipo de educación basada en héroes y villanos que parecen salidos de un cómic de Batman defendiendo a la ciudad Gótica se le está dando a las generaciones que vienen?
¿De qué se va alimentar la población in crescendo en un país que dedica cada vez más y más hectáreas a un monocultivo de exportación, dejando sin trabajo a los pequeños y medianos agricultores? ¿Vamos a endeudarnos para comprar comida por haber dejado de producirla??
¿Qué tipo de país se construye desde una democracia que pareciera no saber vivir sin enemigos a quien disparar continuamente en lugar de fomentar la diversidad de pensamiento?

Ahora que es tan triste hablar de cómics y de intolerancia, me parece que no le vendría mal a la sociedad un poquito de reflexión. Pero como acabo de escuchar hace un rato, si se sigue fomentando la "arrogancia de la certitud", estamos jodidos....